domingo, 30 de diciembre de 2012
viernes, 28 de diciembre de 2012
LA AVENTURA DE LEER
Mirar televisión no exige mayores esfuerzos,
basta con elegir una buena butaca y apretar el control remoto. El resto
queda a cargo de la pantalla, de lo que miremos en la pantalla. Ese
gangster que aparece en mitad de la noche tendrá la crueldad que el
actor que lo interpreta sepa darle. La música se encargará de marcar los
momentos esenciales, ya sea para el romance o para el misterio; el
chirrido de una puerta invariablemente señalará que es el momento de
sentir miedo y los tiros, que vendrán de inmediato, se oirán como si
realmente fuesen de verdad. Nada queda para nuestra imaginación, somos
espectadores y como tal nos comportamos: la pantalla piensa por
nosotros.
Leer, en cambio, exige otra conducta. No basta con mirar. En
la página del libro aparecerá un conglomerado de palabras que sólo
comenzarán a ser a partir de su lectura. Tuvimos que aprender a leer y
eso, recordemos, fue maravilloso. Letra a letra formamos la palabra y un
día descubrimos que podíamos descifrar voces como “madre” o “amigo” o
“amor”. En ese momento dejamos de ser meros espectadores: leer es un
acto de creación constante. Las palabras reunidas en un libro le ponen
música al silencio, dibujan mujeres bellas y paisajes desolados,
muestran galaxias desconocidas y batallas que se disputaron hace miles
de años; o tal vez nunca, pero es como si se hubieran disputado porque
comienzan a ser desde el mismo momento en que las leemos: nosotros las
hacemos posibles, ciertas. No es fácil entrar en un libro, pero si ese
libro vale la pena, una vez que entramos se nos hace difícil salir.
Puedo decir, con orgullo, que navegué las aguas de Malasia a bordo del Mariana,
aquella nave con nombre de mujer que además era el nombre de una mujer
bellísima; la nave la capitaneaba Sandokán, y esa mujer había sido su
único gran amor. También anduve a lo largo de veinte mil leguas
submarinas oculto en algún rincón del Nautilus y llegué, pese a la fragilidad del Hispaniola, hasta la perdida isla del tesoro.
Una mañana, de hace muchos años, conocí el mar. Recuerdo que fue una
experiencia emocionante, pero también recuerdo que no fue una sorpresa.
Los libros, las aventuras de los libros, ya me habían revelado el
secreto de los océanos.
Dicen
que leer es crecer, sin duda. Pero por sobre todas las cosas es un
regocijo. Jamás se me ocurriría imponerle a alguien la lectura de un
cuento o de una novela, y menos aún a un chico. Borges alguna vez dijo
que leyó “La Divina Comedia” como un libro de aventuras. Tal vez ésa sea
la clave: explicarle al joven lector que sólo basta con ir tras los
pasos de Tom Sawyer y de Huckleberry Finn, o embarcarse junto al capitán
Silver hacia la isla del tesoro o entrar con Alicia en el país de las
maravillas, para ingresar a un mundo mágico y fascinante. Mark Twain,
Stevenson y Lewis Carroll se encargarán del resto. Y también, claro,
Salgari, Verne, Conan Doyle, Edgar Rice Burroughs, Tolkien. Por fortuna,
la lista es vastísima. Cualquier tarde ese chico descubrirá que los
libros ya son parte de su vida y con alegría comprenderá que no puede
prescindir de ellos, aunque sólo sea por la inagotable aventura de
leer.
No
puede prescindir de ellos, acabo de escribir y advierto que no es del
todo cierto. El libro, tal como lo he descripto, se encuentra en franca
vía de extinción. Internet y el llamado Libro Electrónico brindan nuevos
e insospechados soportes, no sólo para contener al relato, también para
generarlo. Diferentes tipos de escritura se han puesto en marcha;
pienso en los Blogs y en los textos con imagen y sonido que se proponen
por Internet. Otra vez nos enfrentamos a una pantalla; claro que a
diferencia de la del televisor, ésta te obliga a pensar, porque si bien
puede alimentarse con música y gráficos, esencialmente se apoya en la
escritura, en las palabras que le dan verdadero sentido a un relato.
Aunque
lamentablemente no estaré para confirmarlo, me atrevo a asegurar que a
finales de este siglo XXI tanto los libros, como las bibliotecas que los
contengan, serán objetos históricos que las nuevas generaciones
observarán con la misma curiosidad con que los jóvenes de hoy observan
los discos de pasta. La voz de Enrico Caruso, que habían logrado captar
aquellos antiguos discos, ahora podemos escucharla en los más recientes
DVDs: ha cambiado el continente, no el contenido. Con los E-Books pasa
lo mismo: en sus pulcras y asépticas páginas, Raskolnikov continúa
atormentado por aquella culpa existencial, Bartleby insiste en que
preferiría no hacerlo y Gregor Samsa una vez más se despierta convertido
en un monstruoso bicho. La escritura persiste, más allá del soporte que
la contenga. La aventura de leer se mantiene inalterable.
Tomado de: http://slt.telam.com.ar/noticia/la-aventura-de-leer_n1240 / Vicente Bautista.
domingo, 23 de diciembre de 2012
Negocios innovadores en el Perú
El crecimiento económico que experimenta el Perú desde el año 2001 ha
permitido a los emprendedores con ideas innovadoras, plasmar estas, con
éxito, en un mercado que en el pasado se caracterizó por tener productos
y/o servicios buenos, bonitos y baratos, pero no
necesariamente novedosos.
La innovación, según el diccionario de la Real Academia Española, es la creación o modificación de un producto y su introducción en un mercado.
Un aspecto esencial de la innovación es su aplicación exitosa de forma
comercial. No solo hay que inventar algo, sino también, introducirlo y
difundirlo en el mercado para que la gente pueda disfrutar de ello. En
palabras del empresario español Eudald Domènech: “La innovación por la
innovación no sirve para nada. Innovar es crear productos que hagan la
vida más fácil”.
Baruva,
por ejemplo, es una empresa peruana que ofrece un servicio bastante
innovador: Prepara nuevas bebidas a base de pisco y frutas peruanas
exóticas (tuna, lúcuma, sandía, etc.) en una barra móvil a cargo de
bármanes capacitados, quienes atienden y preparan los cócteles al
momento, brindando así una bebida totalmente fresca.
La barra móvil de Baruva es única en el mercado y ha sido debidamente
diseñada, acondicionada y decorada por los emprendedores que dirigen
esta innovadora empresa. Además, es fácil de transportar e instalar en
cualquier evento social.
Otra empresa peruana que ofrece un servicio sumamente innovador es Clientes Anónimos,
que se dedica a evaluar el servicio que brindan los diferentes negocios
a sus clientes. Lo novedoso es que esta investigación la realizan bajo
la modalidad del ‘cliente misterioso’ (investigadores encubiertos), que
permite evaluar la atención que brindan los establecimientos sin que el
personal se de cuenta.
Gracias a Clientes Anónimos, esta herramienta, utilizada por las
grandes empresas del mundo, está al alcance de las empresas peruanas,
brindándoles la oportunidad de conocer y optimizar el servicio que
brindan a sus clientes, logrando así una mayor competitividad frente a
otras empresas similares.
Devos INC. es también una empresa peruana que ha introducido al mercado nacional un servicio bastante innovador: Taximart,
una página web que gestiona el servicio de taxi en el Perú. A través de
ella se pueden solicitar unidades y obtener información precisa sobre
los proveedores, sus costos y el tiempo que demoran en dar el servicio.
De esta manera, Taximart facilita la comunicación entre clientes y
empresas de taxi. Además, los primeros podrán estar seguros de que no
serán víctimas de un asalto y las segundas podrán enterarse de que tan
bien están trabajando sus empleados.
Farlop Sur SAC.
es otra empresa peruana que ha innovado, al introducir un producto como
D’ Frutta en Flor, que es el primer y único snack, 100% natural, de
pera de agua deshidratada. En la actualidad, D’ Frutta en Flor se vende
con éxito en el mini-market Los Tres Chanchitos, en la tienda Airshop
(ubicada en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez), en los hoteles
Meliá Lima y Roosevelt, en el supermercado Vivanda, entre otros más.
Futuras innovaciones
Otras empresas peruanas interesadas en la innovación son Diseño Uno,
que lanzará al mercado prendas de vestir con diseños que fusionen la
iconografía andina y la contemporánea; Runaq, que fabricará papel
artesanal con fibras vegetales recicladas; Yogood, que producirá yogurt
de maca, kiwicha y otros productos andinos; y Panoramas, que diseñará
una página web que le permitirá a sus usuarios hacer recorridos
virtuales por los diversos destinos que ofrece el Perú, iniciativa que
promoverá el turismo y el crecimiento de varios negocios.
Financiamiento y asesoría
Casi todas estas empresas, si es que no todas, han sido financiadas por fondos concursables nacionales, como el de Innóvate Perú, o internacionales, como el del Banco Mundial.
Para encontrar más información sobre este tipo de fondos uno puede
ingresar a la Red de Información de Fondos y Organizaciones Cooperantes
del Perú (Redinfoc)
o a la Red Iberoamericana de Gestión de la Evaluación, Seguimiento e
Introducción de resultados de la Ciencia, la Tecnología y de la
Innovación Tecnológica para incrementar su impacto en el Desarrollo
Económico Social (Resirdes).
Asimismo, estas empresas han sido asesoradas por los centros de
innovación y desarrollo que existen en algunas universidades nacionales.
Uno de estos es el Centro de Innovación y Desarrollo Emprendedor de la
Pontificia Universidad Católica del Perú (CIDE-PUCP), que se dedica a promover la cultura emprendedora dentro y fuera de la comunidad universitaria.
“El centro cuenta con una incubadora de empresas, que tiene por
objetivo acoger nuevos emprendimientos y potenciarlos para que ingresen
de manera cimentada al mercado. Todos los emprendedores que se presentan
son evaluados y, luego de ser aceptados, pasan a gozar de los
beneficios que ofrece la incubadora, que son: Asistencia gerencial,
facilidades para obtener financiamiento y para acceder al mercado,
asesoría en aspectos críticos de tecnología o negocios, entre otros”,
dice Jenny Bobadilla, coordinadora del área de Incubación de Empresas
del CIDE-PUCP.
Dicho esto, sólo falta que los emprendedores allá afuera se arriesguen y
sigan el ejemplo de los fundadores de Baruva, de Clientes Anónimos, de
Devo INC. y de Farlop Sur SAC., que se atrevieron y la hicieron.
Tomado de: Negocios innovadores en el Perú/mass.pe
La Administración del Tiempo
Mucho se ha hablado de la importancia de saber administrar bien el tiempo.
Ya sabes que el tiempo se va llenando de obligaciones y actividades y
es mejor que seas tú quien decida qué cosas llenan tu tiempo, que es lo
que de verdad vale la pena para ti. No sea que te vayas llenando de
obligaciones y al final se pasen los días, los meses, los años y te des
cuenta de que no has hecho nada que de verdad haya sido significativo
para ti.
Sé que no es fácil y menos cuando se entra en la rutina de querer acaparar muchas cosas,
estar en todo y para todos y siempre con una sensación interna de
prisa. Pero si de verdad quieres algunos cambios, tienes que ponerte
manos a la obra, empezando por tener en cuenta estos seis consejos:
- No lo puedes hacer todo a la vez. Si lo intentas,
no solo no conseguirás hacerlo todo, sino que te estresarás y dejaras
las cosas a medias o mal hechas. Por tanto, es hora de decidir qué vas a
hacer. Proponte a partir de hoy mismo hacer menos cosas al día.
Probablemente te parezca imposible con la cantidad de cosas que tienes
que hacer, ¿verdad? Pero este es un paso imprescindible para aprender a
valorar tu tiempo, a priorizar y, de paso, a estar más relajado. Si hoy,
en lugar de hacer cuarenta cosas, decidieras hacer solo cinco (por
decir un número), ¿qué cinco elegirías? No te queda otra que
priorizar...
- Saca tiempo todos los días para hacer algo que, para ti, merezca la pena, ya sea relativo a tus amigos, familia, tiempo libre, desarrollo personal. Si no haces algo que merezca la pena todos los días, al final tu vida habrá pasado sin pena ni gloria, como quien dice.
- Cuidado con programar cada momento de tu vida, deja tiempo para la espontaneidad.
¿No te pasa que hay semanas que pasan volando y no sientes que hayas
tenido tiempo para descansar aunque, de hecho, sí lo hayas tenido? Yo me
he dado cuenta de que si todos los días los tengo llenos de actividades
sin dejar ni un minuto libre, aunque sean cosas que me gusten, acabo
agotado. Necesito tiempo libre de espontaneidad para decidir si me quedo
en casa, si voy a dar una vuelta, si leo un libro o lo que sea. Aunque
acabe haciendo lo que estaba planeado, pero sentir que tengo la libertad
de elegir.
- Procura no querer hacer tu vida perfecta en un momento,
es suficiente con empezar poco a poco, con hacer pequeños cambios. Si
no, como con cualquier objetivo demasiado grande, te agobiarás y lo
dejarás.
- Toma acción ahora. Para empezar esos cambios es
importante hacerlo cuanto antes y centrándote en el ahora, en tu
situación actual. No pienses en ayer ni en mañana, el único momento en
el que de verdad puedes cambiar las cosas es ahora. Lo que elijas hacer
ahora es lo que impactará tu futuro. Mejor empezar hoy mismo con una
acción, por pequeña que sea, que dejarlo para mañana.
- Cuidado con la indecisión. La indecisión te paraliza, hay que aprender a establecer prioridades y a tomar decisiones. Sobre todo a la hora de empezar a hacer cambios. Si no hay decisión, no hay acción. Piensa qué quieres cambiar y por dónde puedes empezar y si estás bloqueado empieza por cualquier cosa, lo importante es empezar, siempre podrás modificar la estrategia luego, si es necesario. Recuerda, no se puede conducir un auto que está estacionado.
Timadi de: 6 cosas a considerar para administrar mejor tu tiempo. Artículo de Aida Baida Gil
jueves, 3 de mayo de 2012
La Administración,¿Disciplina Humana o Ciencia?
¿La Administración es una actividad humana, una disciplina o una ciencia? A continuación una posición crítica del Dr. Cuauhtémoc D. Molina García de la Universidad Veracruzana, Xalapa, México.
¿ES CIENCIA LA ADMINISTRACIÓN?
Existe, entre los administradores, un mito centrado en sostener a toda costa que la administración es una ciencia. La idea parece provenir de un enunciado según el cual, si no es ciencia, entonces no somos académicos ni tenemos valor profesional universitario. Parece más un asunto de "autoestima"
que de fundamentación epistemológica. Nos viene, quizá, desde nuestra
inclusión como profesión universitaria, pues recordemos que en la UNAM (Universidad Nacional
Autónoma de México), se discutía si debía o no incorporarse la nueva
carrera a su oferta académica, y entonces los tradicionalistas de esa
universidad sostenían, hacia los años sesenta del
siglo XX, que cómo era posible que la Magna Casa tuviera entre sus
materias "administración de ventas" o "contabilidad", por ejemplo. No
pensaban que asignaturas de tal estirpe tuvieran categoría
universitaria.
Parece que este síndrome permea el debate que se empeña en sostener que la administración es una ciencia.
Quizá haya otros motivos, entre los cuales se encuentra la
"insoportable levedad" con que los administradores -más dados a "la
práctica" que a "la teoría"- asumimos el concepto y carácter de la
ciencia y de la teoría, o tal vez no hayamos podido despojarnos de las
influencias de nuestros fundadores (sobre todo el ingeniero F. W.
Taylor) que sostuvo, contra viento y marea, haber creado la
administración científica.
Por otro lado, a muchos, en nuestra profesión, les
parece un debate ocioso escudriñar estos temas, pues aducen que es más
urgente la aplicación que la teorización. Quizá tengan razón si pensamos
en el administrador como un gerente en el ejercicio del arte y no como
un académico pensando cómo y de qué manera la administración se nos
presenta en calidad de objeto de estudio en el marco de "la realidad".
Parece una paradoja sostener empeñosamente que la administración es una
ciencia y no detenerse a reflexionar al respecto. Es en este sentido, precisamente, en el cual tratamos el asunto en este
Blog, muy a pesar de que la epistemología -por elementalmente que la
consideremos- parece más una palabra elegante y dominguera, que
necesaria para afinar el pensamiento, sobre todo para efectos de la investigación.
¿Qué es la administración?
Incluso para los tratadistas más avezados, la
administración se piensa -a la hora de las definiciones- como una
actividad, y termínase diciendo que es el esfuerzo de obtener resultados por medio y a través de las personas.
Ya luego, siguiendo las pistas heredadas por Henri Fayol, se le
enriquece diciendo que tal esfuerzo discurre entre las etapas de un
"proceso", el cual denominan justamente proceso administrativo. Asi dicho, el tema parece concluido. La idea es, además de fácil, sobre todo práctica. ¿Para qué pensarle más?
Sin embargo, el asunto es más delicado, al menos si
queremos pensarlo como académicos y en el marco de las argumentaciones y
las fundamentaciones. En esencia: quienes proponen la idea de que la
administración es una actividad procesal, como se ha
identificado poco antes, se quedan cortos e incompletos, pues pensando
que "han definido", lo que en realidad han hecho es una simple y burda descripción. Solo eso, una sencilla representación del "consistir" que deja de lado el fondo y la esencia de lo que se pretende definir. Es decir, si uno dice que la arquitectura es hacer edificaciones por medio del diseño y a través del trabajo de otros, pues lo que hemos hecho es solo describir, y muy pobremente, lo que suponemos que la arquitectura es.
¿Es la administración una ciencia?
Esta pregunta ha sido respondida de muchas
maneras, pero casi siempre lo que queda de fondo son ideas particulares
de lo que cada quien entiende por ciencia. También deberíamos hacernos
otras preguntas. Por ejemplo, asumiendo que la administración sea una
ciencia, lo que sigue es preguntarnos qué tipo de ciencia es. O quizá, antes de concluir que lo es, una buena idea sería postular
que la administración es tan solo una teoría, y nada más, o bien una
actividad que tiene muchas teorías. También quedaría un vacío cuando nos
preguntamos qué tipo de teoría es eso que explica el fenómeno
administrativo. Más aún, ¿será que la administración es apenas una disciplina y
no una ciencia?, ¿no es hemos preguntado si lo que realmente tenemos en
las manos es un "fenómeno administrativo" o más bien un "fenómeno
organizacional"?
Asumiendo que la administración fuese una ciencia, ¿cuál es, o cuál sería su objeto material y cual su objeto formal?
Es decir, ¿cuál es el objeto de estudio de la administración?, ¿tiene o
no tiene objeto? El objeto material de la administración, para que le
sea propio y exclusivo, no debería ser objeto de otra ciencia o campo del saber ya constituido, pues de lo contrario no existiría la parcela epistemológica propiamente dicha. Pero, aún si el objeto material fuese compartido con otros campos del saber científico (dado el carácter de la ínter y la multidisciplina), entonces deberíamos tener una clara distinción del predio administrativo con el deslinde
que nos pudiera dar el objeto formal de estudio, y así ya podríamos
establecer la soberanía de la administración (como ciencia) entre sus
pares.
Dicho de otra manera: la conducta (la humana en particular) es objeto material de estudio de, por ejemplo, la ética, el derecho y la psicología. Es un objeto compartido. Sin embargo, si solo por el objeto material fuese, pues no existiría ni la ética, ni el derecho ni la psicología, pues al parecer una y otra serían lo mismo, y solo tendríamos tres nombres para referir la misma ciencia y el mismo campo, predio o parcela epistemológica. ¿Qué las hace diferentes y soberanas en sus propios dominios o campos epistémicos? Lo que hace disímiles a la ética, el derecho y la psicología es su objeto formal, esto es, el punto de vista o la perspectiva desde el cual es abordado el mismo objeto material: la conducta humana. Así las cosas, ya podemos decir que hay tres ciencias autónomas, independientes y emancipadas. Yo lo que me pregunto es, en torno de esta metodología de análisis, ¿cual es el objeto de estudio -material y formal- de la administración?
Otro problema no resuelto, por no abordado entre los "teóricos de la administración", lo represento con las siguientes preguntas:
Dicho de otra manera: la conducta (la humana en particular) es objeto material de estudio de, por ejemplo, la ética, el derecho y la psicología. Es un objeto compartido. Sin embargo, si solo por el objeto material fuese, pues no existiría ni la ética, ni el derecho ni la psicología, pues al parecer una y otra serían lo mismo, y solo tendríamos tres nombres para referir la misma ciencia y el mismo campo, predio o parcela epistemológica. ¿Qué las hace diferentes y soberanas en sus propios dominios o campos epistémicos? Lo que hace disímiles a la ética, el derecho y la psicología es su objeto formal, esto es, el punto de vista o la perspectiva desde el cual es abordado el mismo objeto material: la conducta humana. Así las cosas, ya podemos decir que hay tres ciencias autónomas, independientes y emancipadas. Yo lo que me pregunto es, en torno de esta metodología de análisis, ¿cual es el objeto de estudio -material y formal- de la administración?
Otro problema no resuelto, por no abordado entre los "teóricos de la administración", lo represento con las siguientes preguntas:
1. ¿Es lo mismo decir "la administración es una ciencia que afirmar que existe una ciencia de la administración?
2. ¿Es lo mismo lo anterior que sostener que la administración es científica?
No es un juego semántico, que si lo fuera, ya sería por si mismo profundo. Es más que eso: es un problema real de definición. La verdad es que aquí radica, entre otros muchos puntos, la levedad epistemológica de los teóricos de la administración. ¿De qué estamos hablando?
2. ¿Es lo mismo lo anterior que sostener que la administración es científica?
No es un juego semántico, que si lo fuera, ya sería por si mismo profundo. Es más que eso: es un problema real de definición. La verdad es que aquí radica, entre otros muchos puntos, la levedad epistemológica de los teóricos de la administración. ¿De qué estamos hablando?
Si hablamos de que la administración ES una
ciencia, pues entonces debemos resolver las preguntas relacionadas con
su objeto material y formal. Ya aquí hay sobrada confusión entre los
escritores, desde el propio Taylor hasta los mexicanos como Agustín
Reyes Ponce, Francisco Laris Casillas, José Antonio Fernández Arena,
Issac Guzmán Valdivia, Miguel Duhalt Krauss, Guillermo Gómez Ceja,
Fernando Arias Galicia, Sergio Hernández y Lourdes Münch, por citar "los
clásicos" en nuestras tradiciones áulicas universitarias. Ninguno de
ellos define, solo describe la administración como un quehacer ciertamente pragmático tomando como base "la escuela" del proceso administrativo derivada de las ideas fayolianas, acertadas por cierto, en tanto la administración sea considerada como lo que es: una actividad organizacional.
Más afortunados parecen haber sido Peter F.
Drucker y Lawrence Appeley, incluso Ernest Dale y el propio Chestar I.
Barnard, quienes siendo lo que fueron, gerentes del altos vuelos, ubicaron la administración en su justa dimensión, noble y galana: la de ser una actividad, cada vez más profesionalizada, indispensable y útil en el seno de las organizaciones.
Pero si, por el contrario, lo que tenemos en las
manos es el de una ciencia DE LA administración, entonces el problema es
otro. Aquí la administración se torna objeto de una ciencia ajena,
externa, no definida pero que imaginamos surgida de las nuevas fusiones,
contactos e integraciones de saberes previos tradicionales y
perfectaente establecidos y reconocidos como autónomos. La mecatrónica,
así definida por el japonés Tetsuro Mori, trabajador de la empresa
nipona Yaskawa, es un buen ejemplo de estas integraciones que han dado
lugar a nuevos dominios parcelarios del saber. La mecatrónica es la
integración de la mecánica y la electrónica y actualmente se ha
consolidado como una especialidad de la ingeniería que ha ido
incorporando otros elementos tales como los sistemas de computación, los
desarrollos de la microelectrónica, la inteligencia artificial y la
teoría del control, la informática, etc. El fin de la mecatrónica es
optimizar todos los recursos y elementos incorporados en los procesos
industriales para lograr sinergias que, a su vez, "maximicen la
optimización", válgase la expresión.
¿Qué es la mecatrónica?, ¿es una ciencia nueva? Yo no lo se, pero tenemos que acudir a nuevos paradigmas del pensamiento científico para hallar nuevas posibilidades de ubicar "lo científico", lo tecnológico y lo tecnocientífico en estas nuevas zonas o terrenos del saber que se nos presentan hoy en día.
¿Este es el caso de la administración? Tampoco tengo una respuesta pronta, pero si me queda claro que, le busquemos por donde le busquemos, lo que en realidad vemos en los hechos es que la administración es una actividad que alguien hace en el seno de las organizaciones, y nunca, jamás, fuera de ellas. ¿En qué consiste esta ciencia DE LA administración? Arrogando que esta ciencia exista, ¿cómo se llamaría esta ciencia?, ¿administrología o simplemente así, "ciencia de la administración"? En este último caso, tendríamos una ciencia sin nombre y me pregunto si también sería una ciencia sin objeto.
¿Qué es la mecatrónica?, ¿es una ciencia nueva? Yo no lo se, pero tenemos que acudir a nuevos paradigmas del pensamiento científico para hallar nuevas posibilidades de ubicar "lo científico", lo tecnológico y lo tecnocientífico en estas nuevas zonas o terrenos del saber que se nos presentan hoy en día.
¿Este es el caso de la administración? Tampoco tengo una respuesta pronta, pero si me queda claro que, le busquemos por donde le busquemos, lo que en realidad vemos en los hechos es que la administración es una actividad que alguien hace en el seno de las organizaciones, y nunca, jamás, fuera de ellas. ¿En qué consiste esta ciencia DE LA administración? Arrogando que esta ciencia exista, ¿cómo se llamaría esta ciencia?, ¿administrología o simplemente así, "ciencia de la administración"? En este último caso, tendríamos una ciencia sin nombre y me pregunto si también sería una ciencia sin objeto.
Una ciencia "de la administración" sería, en
todo caso, una suerte de ciencia reguladora, como sostiene García
Palacios (2001), quien la define como una actividad científica
concretamente orientada a suministrar conocimiento para asesorar la
formulación de políticas para "regular" tecnologías, procedimientos,
etc. Todo ello intrínsecamente vinculado al quehacer empresarial. Si
esta ciencia es posible, epistemológicamente hablando, pues este sería,
sin más, el carácter de la dicha "ciencia (reguladora) de la
administración". Pero me quedan muchas preguntas oscilando por ahí.
Tratando de establecer un símil entre la mecatrónica y la
administración, lo primero que me pregunto es cuáles serían los
componentes de esta ciencia "reguladora" de la administración. La
respuesta parece evidente, al menos en primera instancia: la psicología,
la economía, la estadística, la sociología y la antropología, el
derecho y no se si la informática, serían los componentes científicos.
Además de las ciencias citadas, la ciencia reguladora de la
administración sería el continente de técnicas como la contabilidad, las
finanzas, la computación, la producción o las ingenierías.
Si la informática o la computación son
ciencias o no, pues eso que lo discutan los informáticos, pero de
antemano ellos tienen ante sí los mismos problemas epistemológicos que
estoy planteando aqui. La segunda pregunta es, ¿qué relaciones internas
tendría esta ligazón emergente que relacionaría la psicología con la
economía, el derecho y la antropología, por ejemplo, con el acto mismo
de tomar decisiones y conducir el acto administrativo por el tubo que
supone el proceso administrativo? Es decir, cual sería la configuración
epistémica y lógica de esta ciencia reguladora de la administración
(si es que existe) que la haría no ser confundida con sus propios
componentes? Porque si los nuevos conocimientos aportados por las
ciencias constituyentes de la ciencia reguladora forman, de sí propios,
una masa emergente de saberes, pues si tendríamos una ciencia reguladora
emergente, que sería la "ciencia de la administración", aún sin nombre;
pero si no, entonces solo tendríamos las mismas ciencias
aplicadas al quehacer administrativo. Lo que siempre ha sido. A todos
nos queda claro que a los administradores (no a la administración) les
queda muy bien apoyarse en la estadística, la matemática, la economía,
la sociología y la antropología para actuar mejor en sus organizaciones.Y este último caso, justamente, nos lleva a la tercera problematización arriba señalada:
¿Es la administración científica?
Pues esto no tiene más discusión: si, en
efecto, la administración es una actividad científica (puede serlo),
pero solo si los administradores quieren que lo sea. Si en su quehacer
los administradores usan las ciencias de la administración, pues entonces la administración será científica. Si deciden no hacerlo, pues no.Además, los administradores pueden (y en
muchos casos deberían) hacer uso del método científico para tomar sus
decisiones, y esto solo si tienen el tiempo suficiente para completarlo,
pues la mayoría de los momentos directivos de la realidad empresarial
cancelan la aplicación del método en su plenitud. Además, a los
administradores no les interesa explicar la realidad, elaborar teorías
y deducir principios, o sea, hacer ciencia (¿o si?), sino más bien
enfrentar las situaciones de toma de decisiones que se les presentan
cotidianamente. Los administradores, lo sabemos todos, toman decisiones,
coordinan recursos y obtienen resultados con eficacia y eficiencia.
Para eso están, para eso les pagan; el trabajo teórico corresponde,
hasta donde se sabe, a los cientificos. ¿Son los administradores hombres
o mujeres de ciencia?
¿Existen teorías administrativas?
Tampoco, no al menos en sentido formal.
¿Abraham Maslow?, ¿Douglas McGregor?, ¿Rensis Likert?, ¿T. Herzberg y cuántos más? Ninguno es ni ha sido administrador. Ni el propio Taylor, ni Fayol, ni los esposos Gilbreth, ni Mary Parker Follet, nadie ha pensado la administración desde la administración como parcela del saber. Taylor y Fayol, el propio Chester Barnard, fueron ingenieros que administraron organizaciones que bien condujeron al éxito. Es como si un médico llevara a una Clínica al éxito empresarial. ¿Es administrador? Si, pero es médico.
¿Abraham Maslow?, ¿Douglas McGregor?, ¿Rensis Likert?, ¿T. Herzberg y cuántos más? Ninguno es ni ha sido administrador. Ni el propio Taylor, ni Fayol, ni los esposos Gilbreth, ni Mary Parker Follet, nadie ha pensado la administración desde la administración como parcela del saber. Taylor y Fayol, el propio Chester Barnard, fueron ingenieros que administraron organizaciones que bien condujeron al éxito. Es como si un médico llevara a una Clínica al éxito empresarial. ¿Es administrador? Si, pero es médico.
Todos ellos han postulados teorías que son de
origen psicológicas, sociológicas o lo que sean, menos administrativas,
epistemológicamente hablando.
Les decimos "administrativas" solo por vecindad, porque las hemos leído y enseñado tanto -como licenciados o maestros en administración- que ya las sentimos nuestras, pero no son "nuestras", son solo explicaciones científicas ajenas, extrañas, verdaderas importaciones, ni siquiera pagadas, sino solo prestadas de parcelas del saber que concurren en el campo del quehacer administrativo dentro de las organizaciones: "Conseguir resultados por medio y a través de las personas".
A MANERA DE CONCLUSIONES
Les decimos "administrativas" solo por vecindad, porque las hemos leído y enseñado tanto -como licenciados o maestros en administración- que ya las sentimos nuestras, pero no son "nuestras", son solo explicaciones científicas ajenas, extrañas, verdaderas importaciones, ni siquiera pagadas, sino solo prestadas de parcelas del saber que concurren en el campo del quehacer administrativo dentro de las organizaciones: "Conseguir resultados por medio y a través de las personas".
A MANERA DE CONCLUSIONES
Tengo en mente una propuesta agresiva que a muchos
no gustará, pero es irremediable desde mi punto de vista: la
administración es un campo epistemológicamente vacío. No existe. La administración como tal es solo una actividad, pero supone
saberes que los administradores deben poseer para hacer esta actividad
más eficiente. En este sentido NO es una ciencia. Me quedan dudas si
existe la ciencia de la administración en calidad de ciencia reguladora, al decir de García Palacios. No sé cómo pueda darse esta ciencia reguladora.Lo que si acepto es que la administración
-como actividad directiva- sea científica, pero solo si los
administradores se apoyan en los saberes científicos y técnicos. Es la
administración, más bien, y sin lugar a dudas, una actividad profesional
con apoyos tecnocientíficos. Es un error de forma y fondo postular que
las universidades enseñen administración, cuando lo que realmente
ofrecen a sus estudiantes son aprendizajes en ciencias y técnicas de la
administración, que es cosa diferente. Sus egresados concluyen sus
estudios sabiendo pero no administrando. Administrar es algo
que se aprende en la brega, con las riendas del mando en las manos.
Nadar se aprende nadando. Pero las licenciaturas y los posgrados
universitarios enseñan técnicas y ciencias de la administración, y
proporcionan entrenamiento directivo (liderazgo, conflictos, toma de
decisiones, negociación, motivación), que es lo más que pueden en efecto
hacer. Sin embargo, esto no desluce el carácter profesional que los
administradores pueden llegar a enarbolar en el ejercicio de su
profesión. Las organizaciones -como objeto de acción de los
administradores- son cada vez entes más complejos que conviven en
entornos más competidos y competitivos. Necesitan generales que las
conduzcan con estrategia al éxito, que no es otro que el logro de sus
metas.
miércoles, 2 de mayo de 2012
Docentes Peruanos exigidos de trabajar con TIC'S
Las nuevas tecnologías (TIC) exigen que los docentes desempeñen nuevas funciones y también, requieren nuevas pedagogías y nuevos planteamientos en la formación docente.13 Lograr la integración de las TIC en el aula dependerá de la capacidad de los maestros para estructurar el ambiente de aprendizaje de forma no tradicional, fusionar las TIC con nuevas pedagogías y fomentar clases dinámicas en el plano social, estimulando la interacción cooperativa, el aprendizaje colaborativo y el trabajo en grupo. Esto exige adquirir un conjunto diferente de competencias para manejar la clase. En el futuro, las competencias fundamentales comprenderán la capacidad tanto para desarrollar métodos innovadores de utilización de TIC en el mejoramiento del entorno de aprendizaje, como para estimular la adquisición de nociones básicas en TIC, profundizar el conocimiento y generarlo.
Las repercusiones para el cambio en el desarrollo profesional del docente y en los demás componentes difieren cuando un país pasa de una educación tradicional a la adquisición de nociones básicas en TIC, a la profundización de los conocimientos y a la generación de éstos. De los tres enfoques, el relativo a la adquisición de nociones básicas de TIC es el que entraña mayores cambios en las políticas educativas de base. El objetivo global de este enfoque es preparar estudiantes, ciudadanos y trabajadores capaces de comprender las nuevas tecnologías tanto para apoyar el desarrollo social, como para mejorar la productividad económica. Entre los objetivos de las políticas educativas conexas figuran poner a disposición de todos recursos educativos de calidad de manera equitativa y con cobertura universal, incrementar la escolarización y mejorar las competencias básicas en lectura, escritura y aritmética, tal como preconizan los ODM, la EPT y el DNUA. Esto supone una definición más amplia de la alfabetización tal como la contempla el DNUA, es decir, una “alfabetización tecnológica (TIC)” que comprende la adquisición de conocimientos básicos sobre los medios tecnológicos de comunicación más recientes e innovadores. Los programas de formación profesional coordenados con esas políticas tienen por objeto fomentar la adquisición de competencias básicas en TIC por parte de los docentes, a fin de integrar la utilización de las herramientas básicas de estas en los estándares del plan de estudios (currículo), en la pedagogía y en las estructuras del aula de clases. Los docentes sabrán cómo, dónde y cuándo utilizar, o no, esas TIC para realizar actividades y presentaciones en clase, para llevar a cabo tareas de gestión y para adquirir conocimientos complementarios tanto de las asignaturas como de la pedagogía, que contribuyan a su propia formación profesional.
Estos conceptos y más contiene el documento de la UNESCO llamado "Estándares de Competencia en TIC para Docentes" de apenas 28 páginas pero importantísimo en su contenido y en la forma en que plantea en que somos los docentes los llamados a efectuar el cambio. La brecha tecnológica ya no existe, lo que frena este cambio es el miedo a aprender.
Los invito a ver un extracto de esta interesante exposición de la Dra. Rosa Martínez Romero quien tiene una posición bastante crítica al respecto.
Competencias Docentes (parte 01)
Competencias Docentes (parte 02)
sábado, 28 de abril de 2012
El video muestra la particpación de mis alumnos, durante las clases en el I.S.T.P. "SISE" en la carrera de Gestión y Negocios en el curso de Administración Logística.
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