Un experto en buceo y fotógrafo, se sumergió en las aguas
de Amami Oshima, una isla semi-tropical en el archipiélago de Ryukyu (o
Islas Nansei) en el sur de Japón. Cuando vio lo que contaremos frotó sus
ojos: a 24 metros de profundidad había una figura geométrica extraña y
hermosa, como esculpida sobre el lecho marino; más que una figura, una
estructura, ya que cuando nadó hasta su contorno descubrió múltiples
crestas simétricas sobre la arena. El círculo tenía unos 2 metros de
diámetro y parecía obra de un artista submarino especializado en
fractales. Llamó a su hallazgo “círculo misterioso”, a semejanza de los
famosos crop circles que comenzaron a aparecer desde 1980 en cientos de
campos del sur de Inglaterra, y más allá.El paralelismo de estas estructuras de arena con los crop circles era
demasiado obvio. Por eso muchos medios relacionaron los dibujos
detectados por Ookata con los círculos ingleses. Gracias a esa mezcla de
desinformación y deseo de creer, el primer misterio parecía legitimar
al segundo. Sin embargo, las diferencias eran muchas. Los artistas que
se atribuyeron los crop circles —un movimiento de arte colectivo que
comenzó con Doug Bower y Dave Chorley y continuó, más profesionalmente,
con el team Circle Makers- creaban formaciones cambiantes, entre otras
razones por los diversos estilos cultivados por los artistas. Los
círculos descubiertos en las costas de Amami Oshima, en cambio, son
perfectos y radiales.Ahora bien, los “dibujantes” de los campos de cultivo usan unas
planchas de madera amarradas con cuerdas, unos ovillos de hilo para
tomar las medidas y gorras con visor hechas con alambre…. ¿cómo
reproducir el mismo efecto bajo el agua? Para comprender cómo fueron
realizados los círculos submarinos había que buscar otra explicación
¿verdad?
Pese a su vasta experiencia en inmersiones, no sólo no conocía
antecedentes de aquellas formaciones sino que no se le ocurría ninguna
hipótesis razonable. Ookata regresó acompañado por NHK, un equipo de la
televisión pública japonesa. Tras analizar las imágenes, los
especialistas descubrieron la identidad de los creadores de estas
extraordinarias formaciones.
Eran peces globo. Utilizando una de sus aletas a
modo de herramienta, se mueven noche y día para tallar crestas, trazar
surcos y acomodar pequeñas conchas para decorar su “círculo”. Al
finalizar la obra, el pez globo macho, apoltronado en el centro, espera
que pase una hembra interesada en su talento y dispuesta a reunirse con
él al final del laberinto. Allí, el apasionado encuentro sexual corona
los esfuerzos del macho.¿Qué otra función tiene el círculo, aparte de entregarse al placer de
la gimnasia amatoria en un sitio protegido? La hembra depositará allí a
su prole —caviar de pez globo— justo en el centro. Según los
investigadores, el proceso respeta el mandato genético de garantizar la
conservación de la especie. Los canales, las crestas y los patrones
trazados por el pez globo son barreras naturales que neutralizan las
corrientes marinas, impidiendo que éstas arrastren a los huevos mar
adentro y acaben devorados por otros ejemplares de la fauna ictícola que
rodea la isla. Siguen las sorpresas: cuanto más complejo es el diseño, mayores son
las probabilidades de que la hembra resulte seducida y termine
apareándose con el macho. Las conchas tampoco son decorativas: nutren a
los recién salidos del cascarón no bien se produce la eclosión de los
huevos.El extraño círculo es, por esas bendiciones de la evolución, el
ritual de cortejo, la camita del pez globo —esto es, la plataforma donde
intentará atraer a su pareja— y el sitio que sirve, a la vez, de cuna y
sustento de sus criaturas.
Tomado del blog: misterios, mitos y leyendas urbanas.
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